De profesión Bombero, Jorge Ignacio Baliños fue designado como el arbitro del partido entre Lanús y Arsenal, a jugarse el día lunes.
Lleva 48 partidos dirigidos en la Primera División, con 25 victorias locales (87 goles convertidos), 11 victorias visitantes (52 goles convertidos) y 12 empates. Hizo su debut en la máxima categoría en 2007 (15 de junio: Argentinos 0 v. Gimnasia 0). Tiene 34 años (nacido el 10 de agosto de 1979).
Baliño dirigiendo a Lanús: Le ha tocado dirigirlo solamente en tres ocasiones, en las cuales el Granate no pudo ganar. Las dos primeras fueron derrotas (1 gol a favor y 5 en contra), ante Chacarita por 3 a 0 en la 13ª fecha del Apertura 2009 y frente a Newell’s por 2 a 1 en la segunda del Clausura 2011. La última vez sucedió el 22 de junio de 2012, y Lanús igualó como visitante también ante la Lepra sin tantos.
Baliño dirigiendo a Arsenal: Lo ha arbitrado solamente en una oportunidad. Fue el 20 de septiembre de 2008, en la que el equipo que hoy dirige Gustavo Alfaro se impuso a Banfield por 3 a 2, por la séptima fecha del Apertura.
Reproducimos una nota que Olé publico hace unos años, cuando debutaba en la A:
Seguramente, haya cambiado el tinte del agravio y, ahora, en pleno, siglo XXI, hasta parezca ingenuo. Aunque sigue vigente ese antiquísimo grito desaforado de "referí bombero". Si lo habrán oído los Nimo, Dellacasa, Pestarino, Comesaña, Macías...
Ahora, ¿qué hubiera pasado si Jorge Ignacio Baliño hubiera transitado por las canchas argentinas durante esas épocas? Probablemente habría mirado hacia las tribunas, intentando explicarles a los hinchas, con todo orgullo, que daban en la tecla: "Sí, ese soy yo". Vestidura de árbitro en el verde césped; casco y manguera en el asfalto. Así pasa su vida, con sus 27 años, este árbitro, que trabaja de bombero, está casado con Lilian, tiene tres hijos (Martina, Lucía y Tobías) y está instalado en la bonaerense Tandil. Baliño pertenece al Sadra desde 1998, y hace dos años también al Servicio Villa Italia del Cuartel Central de Bomberos de esa ciudad. Sí, la adrenalina ya es parte de su vida...
-Para presentarte, ¿te definís primero como bombero o como referí?
-Soy referí. Más que nada porque esta profesión la comencé antes de entrar a la Policía. Además, lo siento así, porque el arbitraje me gusta demasiado...
-¿Cómo fue que decidiste ser bombero?
-El tema fue de esta manera: mi viejo es presidente de una asociación civil que ayuda a los bomberos y un día me dijo que existía la posibilidad de ingresar ahí. Entonces, no lo dudé: hice el curso en la Policía y después terminé en el cuartel... Así empecé, fue casi sin quererlo, aunque después uno se va encariñando y le termina gustando.
-¿Y con el arbitraje?
-También, surgió medio en broma. Con mis amigos nos reuníamos a jugar al fútbol 5 en una canchita, pero yo era de madera, je. En realidad, lo mío era el rugby... Jugué diez años en el club Los Cardos, de Tandil. Comencé ocupando la posición de hooker y después terminé siendo ala...
-¿Entonces?
-Cuando le dábamos a la pelota, todos los muchachos me gastaban y decían que me dedicara al arbitraje, no a jugar. Yo me reía, tenían razón. Hasta que un día leí en el diario que se abría un curso de referato y me mandé, je. Da la casualidad que el que tenía la concesión del mismo era el presidente del Colegio de Arbitros de la liga tandilense. Bueno, hice el curso de tres meses y luego se organizó un torneo de menores en el cual participé. De ahí en más comencé mi carrera como árbitro, y la verdad es que me gusta demasiado, en serio.
-O sea que la pasión futbolera no la llevabas muy adentro...
-Puede ser, pero desde chico siempre miré todo tipo de deporte. Hoy en día, mi esposa me caga a pedos cada vez que prendo la televisión y no paro de ver los canales deportivos... Qué se yo, siempre estuve empapado de fútbol y me gusta mucho. No soy un novato en el tema, eh.
-¿Tuviste algún otro empleo anteriormente?
-Estuve metido en la parte administrativa de la asociación de árbitros, pero no mucho más que eso.
-¿Y cómo es la vida de un árbitro-bombero?
-De casa al trabajo y del trabajo a la casa... Gracias a Dios puedo complementarlas bien. Tanto mis compañeros como los jefes del servicio (Teniente 1ø Gabba) y del Cuartel Central (Teniente 1º Gorosito, hincha de San Lorenzo, vaya paradoja...) no me ponen reparo con la actividad del referato. Ojo, lo que sí se complica bastante es en cuanto a los horarios, aunque por suerte encontré también a la mujer ideal, que es mi esposa, y que me banca en todas.
-¿Te queda tiempo para ver a tu familia?
-Muchas veces se hace difícil por el tema de los viajes que debo hacer a otras provincias para dirigir los diferentes partidos. Pero los días que tengo franco trato de dedicarles todo mi tiempo a mis tres hijos.
-Todo indica que se te mezcla una vocación de servicio con la necesidad de impartir justicia, ¿vos lo sentís así?
-Sí, creo que sí. Al arbitraje lo aprendí a amar, porque me divierto. No sufro cuando dirijo. El día que no pueda disfrutar de lo que hago, me retiro. Y al ser bombero experimento varias sensaciones: las satisfacciones cuando sabés que llegas a tiempo para ayudar, y el dolor cuando no podés hacer nada para reparar las pérdidas de las personas.
-Imagino que te han tocado vivir varios momentos duros...
-Uh, sí... Incendios de casa y muchos accidentes, de los cuales tuve que sacar a personas fallecidas. Sin dudas que es un trabajo duro... Aunque hasta ahora no me tocó ver a chicos muertos. Creo que, a uno que es padre, sería lo peor que le puede pasar en la vida.
-Si tuvieras que elegir...
-Me quedo, sin dudas, con el arbitraje. El tema de ser bombero lo tomo como un trabajo y punto. Pero a futuro me imagino como instructor de referato. Me gustaría mucho transmitirle a los demás todas mis vivencias en esta profesión...
-Te gusta ser árbitro, pero hay que soportar cada cosa en la cancha, ¿no?
-(Risas) Sí, hay insultos de todo tipo, para mí y para todos mis seres queridos. Pero los tomo con tranquilidad. Lo más cómico que me pasó recuerdo que fue cuando, en los primeros torneos infantiles en los que participé, las madres de los pibes se enojaban conmigo y gritaban "referí bombero". Y yo me reía, je.
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